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Yuleydis corrió desde el tribunal -a donde había llegado 30 minutos antes de la explosión- hasta la escuela. Yuleydis lo cubrió con su ropa, corrió con él para el lobby del tribunal y regresó a buscar más niños hasta que, entre todos, lograron trasladarlos hacia diferentes puntos: el parque del Cristo, el Parque Central y el Capitolio. De modo que, cuando todo pasó y “parecía que se había caído el edificio, que había caído una bomba aquí adentro”, salió sin zapatos, sin camiseta y sin nasobuco. Pero había una humareda. Entonces salimos corriendo y en ese instante, alguien dice: ‘la humareda está saliendo del Saratoga’. Trabajadores del proyecto Payret. Los obreros del proyecto Payret llegaron de inmediato al hotel Saratoga. Fue lo primero que pensaron muchos trabajadores del Tribunal Provincial Popular de La Habana, en Prado y Teniente Rey. Que usted me envíe técnica del SIUM al lugar. Había también médicos. Vi al menos a dos personas con batas blancas, muy abajo de la galería del Saratoga sacando a las primeras personas que pudimos”, cuenta Ricardo. Hacía solo poco más de un minuto que a dos cuadras de allí, en Zulueta y Corrales, esos mismos bomberos preparaban una actividad por el Día de las Madres.

Minutos antes, Reinier Navarro colocaba unas cabillas en el tercer nivel, en el área del antiguo cine Payret frente al Capitolio, a una cuadra del Saratoga. Yosmany está en quinto grado y pasadas las 11 de la mañana se abrazó a su madre en la acera del Capitolio y le dijo: “Sácame de aquí, mamá”. Geosvanys se encarga de organizar el respaldo: “Mueve este equipo para acá, organiza las brigadas. Incluso pensamos que había explotado un transformador”, nos dijo Geosvanys Hernández López, el director del proyecto. La técnica del SIUM avanza hacia el lugar. Ya se coordinó con el Centro de Dirección del SIUM y avanzan varios medios del SIUM al lugar. Decenas de familiares esperaban noticias en los alrededores del hotel. Corre para arriba que el hotel Saratoga se cayó. Vio a un pequeño, asustadísimo, tembloroso, herido en la cara por los cristales que se desprendieron tras la explosión. Apenas sintió la explosión se quedó unos segundos en shock hasta que reaccionó.

Hasta tarde, ayudando en todo lo que se pudiese, estarían ese día los obreros de chalecos y cascos blancos y naranjas. Los padres llegaron corriendo, con el desespero de no saber dónde estaban sus hijos, hasta que se encontraban y se fundían en un abrazo duro, seco, y rompían en llanto. El más chiquito se me partió en llanto cuando me vio. “Estábamos en la tienda La Isla de Cuba y sentimos una explosión. De pronto se escuchó un silencio y se oyó una explosión más grande. Se lo hizo mientras, junto a otros muchachos, levantaba una guagua Transtur, parqueada al costado del Saratoga, para sacar al chofer que había quedado atrapado. Junto a la PNR, los obreros del Payret tratan de evitar que más gente, con el ánimo de ayudar, camisetas de futbol 2024 se metieran en el lugar y resultaran heridas. Gracias a Dios que no sufrieron muchos daños porque para como quedó la escuela era para que muchos niños estuvieran afectados. Luego recordaría aquellos años de trabajo como técnico en rescate y salvamento.

Había sangre”, dice este informático de 35 años de edad. Silvia Cala. Foto: Andy Jorge Blanco/ Cubadebate. Silvia miraba al Capitolio desde el balcón, Helen se le abrazaba, mientras le decía: “Ita, camisetas de futbol baratas Ita”. Cuando me di cuenta de mi nieta Helen me desprendí. Los padres recogieron las mochilas de sus hijos de entre los escombros de la escuela. Algunos padres se desmayaron, otros no aguantaban los gritos”, recuerda la jueza. “Los padres luego pudieron encontrarlos y nosotros fuimos guiándolos. “Los maestros actuaron rapidísimo. A las 10:52 con 23 segundos los dos carros de primeros avisos del Comando 1 de Bomberos estaban llegando, casi a la misma vez, al Saratoga. En algún punto de la tarde noche del viernes 6 de mayo, a la misma hora que estarían haciendo sonar las tablas del Teatro Martí, los bailarines donaron sangre. En el Saratoga y en el edificio contiguo quedaron intactos espejos, cuadros, unas tazas de café sobre una mesa, las sábanas y algunas camas tendidas, una foto de 15 y un sombrero, como si no hubiese sucedido nada, como si desde las 10:51 de la mañana del viernes 6 de mayo no se hubiese estremecido toda Cuba y la gente sintiera, desde entonces, que el dolor por el siniestro del Saratoga tiene al país en luto.

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