Insultar públicamente cualquier otra persona, en particular jugadores, entrenadores, árbitros y otros espectadores, ya sea gritando, mostrando objetos o por cualquier otro medio, como banners relacionados con la raza, sexo, idioma, religión u origen. Acceder a zonas no autorizadas, como el terreno de juego, espacios interiores, áreas funcionales o cualquier espacio no habilitado por el público en general. Pero -sin duda- el mayor problema de estas manchas amarillas, es que no son nada fáciles de eliminar.
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